viernes, 16 de septiembre de 2011

Sobre los cenotes...



Los cenotes, que significan en maya "caverna con agua", (También significa "lugar sagrado") se encuentran por toda la península de Yucatán (Se han encontrado más por otros estados de México y Santo Domingo) a día de hoy no se sabe con exactitud el número de éstos, se estima entre 4.000 y 10.000, la gran extensión de selva dificulta en parte su cálculo (prefiero que siga siendo así, que visto lo visto son capaces de arrasar la selva, sólo, para contabilizar estos pozos sagrados) sin contar, por supuesto, los que siguen en formación. La formación está relacionada directamente con el tipo de cenote que nos podemos encontrar: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos o en gruta, siendo los cenotes maduros aquellos que se encuentran completamente abiertos y los más jóvenes los que todavía conservan su cúpula intacta.
Para que todo el mundo lo entienda; el subsuelo mexicano digamos que es un "gran queso gruyere" debido a sus propiedades kársticas, la erosión del agua y el escaso nivel sobre el mar hacen que cantidad de kilómetros de galerias subterráneas vayan a morir al mar. Debido, como ya digo, a la escasa altimetría de toda la península hace que no se formen corrientes superficiales (ríos) pero el agua de lluvia tiene que ir a algun lado y aquí es donde interviene la filtración, formando todo el sistema de galerías y cavernas subterráneas. Aquí sucede otro fenómeno físico natural; el agua salada se mezcla con el agua dulce y como tienen distintas densidades se forma una franja que se denomina haloclina, la causa provoca efectos visuales bastante llamativos (como si se viera borroso).




Esto hace atractivo para los que hacen Submarinismo, concretamente Espeleobuceo (si ya es agobiante pasar por sitios estrechos en la Espeleología sin haber agua, ni me imagino que agobio debe ser teniendo toneladas de roca y agua encima tuya y si a eso le sumas todo el equipo de buceo a la espalda... más vale que no entres en pánico) ya que allí está el sistema subacuático más complejo del mundo.



Cuando estuve en Riviera Maya, no quise perderme por nada del mundo una de estas maravillas naturales y la verdad es que tuve suerte, en la excursión que contratamos no había ningún cenote para visitar, salvo el cenote de los Sacrificios, en Chichen Itzá, pero sólo lo podías ver mientras el guía explicaba como lo drenaron para expoliarlo a principios del s. XIX y a mi me llamaba la atención bañarme y bucear en uno.
El itinerario de la excursión era:


1º Aldea Maya,

2º Cobá

3º Tulum


Pero dio la casualidad de que iban un par de parejas (eramos cuatro parejas en total) con otro itinerario de excursión:


1ºAldea Maya

2ºCenote

3ºPlaya Paraíso (al lado de Tulum)


Así que, los guías muy majos, nos dejaron bajar al cenote aunque en nuestro itinerario no estuviese previsto (tampoco nos iban a dejar en una cuneta....).

Creo recordar que el cenote se llamaba Cho-há, lo que me sorprendió es que allí los cenotes no forman parte del estado mexicano, por lo menos no gran parte, sino a la gente que le pertenece dichas tierras o las personas que se lo "encuentran", aunque no debería sorprenderme, aquí, en España, ocurre lo mismo con las cuevas del archipiélago balear. Si el señor de la Masía dice que no te deja la llave para abrir las cuevas... no hay nada que arrascar aunque siempre están dispuestos a poner la mano.

Volviendo al tema de los cenotes, nos dijeron que antes de meternos en el agua del cenote nos ducharamos para quitarnos los productos químicos que llevaramos en la piel para no perjudicar el ecosistema de la caverna, bastante lógico meterse en un sitio así da impresión de pureza, es totalmente comprensible que fuese tan sagrado para los mayas. En el complejo tienen habilitadas las duchas antes de bajar, el tipo de cenote era semiabierto tirando a gruta ya que a priori no se detecta ninguna apertura en el suelo, a medida que avanzas puedes empezar a percibir las escaleras de caracol de madera que bajan a una oscuridad absoluta, después de bajar unos quince metros los ojos comienzan a acostumbrarse y la visión que recibimos es espectacular; paredes rugosas con todo tipo de formas y colores ocres proyectan sombra a todos los lados de la estancia semicircular, haciendo un efecto visual muy llamativo, el agua tiene un color azul turquesa, que, cuando te vas acercando puedes observar lo cristalina que es y por consiguiente ver el fondo de la orilla más cercana (ésta tiene una profundidad inicial de 3 metros) y los peces que nadan tranquilamente.

La orilla es artificial, esta construida como en una especie de muelle con madera que empalma con las escaleras de caracol, las escaleras tienen otra característica: sirven de salto de trampolín con una altura de diez metros para saltar a la zona más profunda del cenote, que ésta llega a ser de unos treinta metros (aquí si que no se ve el fondo, sólo un azul oscuro que parece no terminar nunca...), desconozco cómo estarán construidas las zonas de acceso de los demás cenotes.

Es muy curioso ver como del fondo más cercano suben estalagmitas de un color blanquecino que parecen que te van a atravesar con lo afiladas y puntiagudas que están. El primer contacto con el agua es una sención muy extraña, está bastante fría, vas viendo el fondo que parece cerca pero lo tienes a unos tres metros, se ve como si no hubiese agua que te sujetase lo que hace la sensación aún más rara si cabe. Más impactante fue cuando metí la cabeza, se aprecia con todo lujo de detalles cada uno de los rincones del lecho subacuático, no me atreví ir hacia la profundidad extrema se seguía viendo sin fin y de un azul intenso que me ponía muy nervioso. Es increíble lo que puede dar de sí un espacio tan "pequeño", me podría haber quedado allí horas. Por supuesto no quería irme sin probar el trampolín desde diez metros, si desde abajo parecía alto, desde arriba acojonaba bastante más, aunque no me lo pensé mucho, me impulse hacia delante e instantáneamente noté como se aceleraba mi cuerpo ternesco (por lo del todo incluido, que pasa factura), la caída se me hizo eterna, encima había que atinar en el azul intenso para que la profundidad amortiguara bien la caída, si se me hizo eterna la bajada, la subida a la superficie fue peor, no sé hasta cuántos metros bajé pero parecía que no iba a emerger nunca, encima el agua al estar tan filtrada no tiene ningún tipo de sal, lo que hace que la flotabilidad sea "nula" (agotaba más porque había que hacer más ejercicio para mantenerse a flote).

Sin duda la experiencia de bañarse en un cenote es increíble, espero volver no sólo para bañarme sino para bucear con botella en alguna de las innumerables galerías de este enorme sistema subacuático.

El cenote Zacatón es la poza natural más profunda del mundo, 305 metros de profundidad